jueves, enero 04, 2007

'Peeping Tom' (1960) de Michael Powell; El Placer de la Escoptofilia



El surgimiento de una nueva década trae un verdadero clásico del cine ‘Snuff’ (género en el cuál se exhiben escenas donde se tortura, viola y asesina con el único objetivo de registrar estos hechos por algún medio audiovisual) que desglosa algunos semblantes del voyeurismo (fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican el hecho de observar ocultamente a personas, desnudándose o que se encuentren en plena actividad sexual) provocando un intangible círculo erótico alrededor del film. Junto a Hitchcock (‘Rear Window’), Michael Powell discierne en la interesante mente psicópata desde perspectivas de bastante enganche, y es por ello que a estos dos grandes del cine siempre se les refiera como lo más destacables visionaros del psicoanálisis humano mediante la cinematografía.

El empalme visual denota un poderío tremendo, con una tenebrista fotografía que alude indiscutiblemente al expresionismo alemán. Desde el comienzo, podemos apreciar como toda una onda tétrica con muy leves detalles de índole sensual brotan en la penumbra sensorial que la cámara ofrece, tanto en primera persona, como en plano general.

Esta cinta se centra más en la narrativa –basada en la historia original del escritor Leo Marks, que además se encarga del guión- que en los personajes. Mark Lewis (Karlheinz Böhm) no es precisamente un ente convencional dentro de los rostros neurasténicos que buscan placer con la muerte de los demás, más bien es un sujeto raro –como cualquier demente de este tipo- apartado de lo imaginable, que se arma de una “cámara asesina”, la cual posee en uno de los pies del pedestal de la misma un arma blanca bien afilada. Con esto pretende satisfacer su desarrollada escoptofilia adquirida desde pequeño, filmando los detalles de la muerte de sus víctimas, en este caso sólo mujeres. La idea es grabar el rostro de sus mártires en la cinta fílmica y crear una especie de documental, con un propósito “supuestamente” fundamentado… la búsqueda del miedo, o algo así. Pero antes de ser un maniático impulsado por un morbo Psicológico… es un hombre, ¿Y cuál es la debilidad de un hombre? Mmm… exacto, la mujer. Helen Stephens (Anna Massey) se vuelve un obstáculo para Mark en la finalización su siniestro propósito, pero la dulce fragancia del amor impide que se de cuenta, ni siquiera en su continuo intercambio bipolar de personalidad.

Podemos notar la enfermedad de Mark con mayor albor en una escena con la madre de Helen, la señora Stephens (Maxine Audley). En dicho acto, la doña, por ser ciega, presiente un aura misteriosa en Mark, y es así como decide averiguar quién en verdad es este tipo, debía hacerlo, pues su hija estaba saliendo con él. Se mete a escondidas en la casa del protagonista y éste lo descubre. Mark siente que la señora Stephens ha descubierto su preciado secreto, aquel que lo separa de la realidad en la que vive. Por ello decide completar el documental asesinando de la misma forma a la madre de Helen, pero al ver que su rostro no daba señas de ninguna expresión dramática (por ser ciega y no ver la afilada lanza sobre su cuello), se detiene pasmado, suelta la cámara y huye, reparando en que al cometer el crimen no habría placer de por medio. Esta secuencia refleja de mejor manera la explicación del porqué Mark no es un asesino, si no sólo un enfermo más.

Con todo esto se podría visualizar una serie de turbadoras escenas en la mente, pero es mi deber anunciar que no es tan así la cosa. Está claro que Mark hace de las suyas en varias ocasiones provocando vivacidad a la película, sin embargo es en el final, donde a diferencia de los sustos cuasi invariables de Hitchcock, Powell dispone de todas las sorpresas en un punto conclusivo, cerca del desenlace de la cinta.

Las actuaciones, especialmente la de los personajes principales desprestigian quizás un tanto el resultado final de este gran trabajo, pues hay veces que no se cree mucho lo que está pasando, y eso puede que explique la nota 8/10 que le he puesto.

Lo mejor de esta película, es que quizás desde aquí o un poco antes, comenzaron las tendencias populares de crear personajes con serios problemas mentales como peligro social, sin nombrar a Powell como el mayor expositor. No obstante, ‘Peeping Tom’ puede alardear de aquello, pero yo lo veo más como un film de culto para comprender las raíces del miedo, o como dice la frase de la misma: Do you know what the most FRIGHTENING thing in the world is ...?

Por Sebastián Chávez Peña

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