Garden State (2004) de Zach Braff; Una Perfecta Vuelta a Casa
Muy pocas películas me han realmente tocado alguna vez. Garden State es una de ellas. Pero esta vez fue distinto, me sentí más comprometido con esta cinta, me ha cambiado la vida, ha hecho que algunas confusiones se aclararán en mi mente y me recordaron emociones que pensaba habían muerto.
Cada escena me identifica plenamente, sin duda soy alguien como Largeman, un temple distintivo en un revoltijo de estereotipos. No tiene nada que ver con ser mejor o peor que los demás, más bien me refiero a una hermosa forma de ver que las aventuras y desdichas de la vida tienen una perspectiva distinta a la pesimista idea que nos hacemos comúnmente.
La historia es divina, una belleza tan corriente como rara, perfecta –pero no predecible, o sea sí, pero de una manera tan tierna que no te das ni cuenta–, resplandeciente, magia en su estado puro o el inmenso poder de lo simple, como quieras llamarla. Andrew Largeman (Zach Braff), es un extraño tipo que vive en Los Ángeles, donde mantiene un insólito trabajo de mesero con aspecto de geisha, lo más raro es que, además, es un actor que hace papeles secundarios de extra en Hollywood. Inesperadamente su padre (Ian Holm) le informa que su madre ha muerto ahogada en el baño de su casa. Por esto, decide viajar a la ciudad jardín (Garden State [Nueva Jersey]), para asistir a su funeral, dónde se encuentra con Mark (Peter Sarsgaard), un viejo amigo de la secundaria. Largeman se siente un tanto extraño, pues ha dejado de tomar los antibióticos que su padre (que es psicólogo) le ha recomendado desde los 16 años, y que no ha cesado de consumir hasta ahora. De todos modos esa sensación le provoca más entusiasmo y deseos de avivar su diaria rutina. Es allí cuando conoce a Sam (Natalie Portman), una hermosa chica, bastante peculiar y muy distinta a él, pero que dulcemente se introduce en su vida y hace que Andrew descubra cuán unidos están por el mismo miserable destino que no los ha tratado muy bien durante su pasado. Es decir Largeman se enamora, pierde a su madre, vuelve a hablar con su padre después de un buen puñado de años, asimismo rompe las reglas medicinales y además descubre cuanto extrañaba a sus amigos… todo en un solo fin de semana.
Es un paquete de divertidos hechos que se mezclan entre afecto y melancolía, dando forma a un interesante film que rescata la esencia de algunos pocos. Si alguien la ha visto y se identifica con ella pues déjenme decirle que no está solo en este controversial mundo de película.
Escrita y dirigida por el propio Braff, la cinta ha sido aclamada por su refrescante puesta en escena y criticada por su exceso de azúcar, demasiado dulces dicen algunos, yo no. "Quería crear una historia de amor inteligente para gente joven y también quería hacer una película sobre lo que se siente al volver a casa".
Natalie Portman realiza una interpretación excepcional, enamora, es esa mujer hermosamente única que Braff tiene en mente y que seguro jamás encontrará en la vida real […]. “Es una comedia, pero también tiene alma. Muchas comedias de hoy en día son increíblemente cínicas. Pero no es el caso de esta película. No es convencional, es distinta a todo lo que había visto hasta ahora. Eso es lo que la hace tan emocionante", comenta Portman.
En el fondo, la peli trata sobre ese extrañísimo periodo que discurre entre la adolescencia y la edad adulta. Tal y como explica Braff: "Recuerdo cuando me marché a la universidad. Me moría de ganas de salir de Nueva Jersey. Pero al llegar, aunque echaba mucho de menos mi casa, también sentía que mi casa ya no era mi hogar. Así que echaba de menos algo que ya no existía. Cuando te haces adulto, tu tarea consiste en crear tu propio concepto de hogar para ti y tu familia".
Por Sebastián Chávez Peña
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