'Mr. Smith Goes to Washington' (1939) de Frank Capra; Una Sabia Voz Joven en El Campo de Batalla
Eran las siete de la mañana y mis ojos se negaban a pestañear profundamente, había algo que me inquietaba, algo que no me dejaba dormir. De golpe reparo en que definitivamente esa noche no podría conciliar el sueño por más que lo intentase. Me revuelco de un lado hacia otro escuchando el soundtrack de 'Trainspotting' hasta que, después de tanto desvelo, me animo encender el televisor. La pantalla se ilumina y lo primero que aparece es una vieja película en blanco y negro que justo esta comenzando. Pesco el control remoto y presiono el botón de información para hacerme una idea de que se trataba todo. PELÍCULA: ‘El Caballero sin espada’ ('Mr. Smith Goes to Washington'), AÑO: 1939, DIRECTOR: Frank Capra, PUNTUACIÓN: 4/5 estrellas. Lo primero que me llamó la atención fue la nota, generalmente en todas las películas aparecen dos estrellas como puntuación, y uno que otro film con 3,5/5 a todo reventar. Pero cuatro estrellas era mucho, y eso era sólo un indicio de lo que estaba por venir.
Comencé a ver esta cinta con un leve entusiasmo, es decir, no me imaginaba nada antes de todo, no quise enjuiciarla por la extremadamente pequeña sinopsis que aparecía en el botón del cable: 'Un joven senador es humillado por llevar sus ideales al senado'; sólo me dejé llevar por los diálogos de apertura y el ritmo de la película tan honesto y a la vez prefabricado con total precaución, que en tan sólo unos minutos ya estaba pegado a mi pequeño gran reflector electrónico personal, mi tele.
Jefferson Smith (James Stewart) es un joven senador que, con sólidas motivaciones de hacer el bien a la comunidad, decide introducirse en el terreno político de Washington, gracias a la ayuda del otrora senador Mr. Paine (Claude Rains). Smith admiraba en demasía a Paine por su supuesto compromiso con el pueblo, y gracias a esto decide hacer algo por la gente, algo con el corazón, con la mejor y más pura intención, como pensó que era de verdad el asunto, una tarea limpia y solidaria.
Inevitablemente, todo conlleva a que Smith se meta en una cantidad de líos, rodeado de entes estatales completamente desconsiderados, la mayoría de ellos asegurando su propio pellejo, dejando de lado las necesidades del pueblo, guiados por el sendero del dinero y manejados como títeres por el macro-empresario-senador-corrupto, el señor Jim Taylor (Edward Arnold).
Pero nuestro protagonista no está solo. Clarissa Saunders (Jean Arthur), más que en una secretaria dispuesta a ayudar en lo que sea a su senador favorito, se convierte en la incondicional pareja de este perfecto idealista, y con su absoluto respaldo y sabia experiencia en los asuntos de política, entrena y aconseja de manera eficaz a Smith.
Con sólidas interpretaciones y concretos diálogos se estructura la frecuencia de este film -merecedor de 11 nominaciones, incluyendo oscar a la mejor historia original-, que conduce de manera inteligente y precisa hacia donde tiene que ir. Perfecta en su composición, el guionista Sidney Buchman redacta de manera espléndida la historia original del escritor Lewis R. Foster, constituyendo una pieza maestra, que incluso si su elenco fuese de actores de menor peso, la sensación de genialidad narrativa sería la misma.
Sin embargo, es en la calidad interpretativa donde se concentra la pericia de esta estupenda pieza cinematográfica. James Stewart –quién cumple 10 años de muerto el próximo 2007-se luce en uno de los papeles de su vida, dilucidando de manera brillante la personalidad de un activo quijote modernista. Por lo demás, las actuaciones de Claude Rains y Jean Arthur brillan tanto en sus emotivas expresiones, completamente introducidos hasta el fondo en sus personajes que, a su vez, funcionan como semejantes pilares de gran fundamento para la cinta.
No cabe duda de que el ojo fílmico de Frank Capra definitivamente es de lujo. Sus detalladas tomas, exactas en su contextura, otorgaban cierto estilo a las diferentes escenas, cada una de ellas captadas en su mejor amplitud, resaltando el drama en su punto, la raíces de un perfecto romance mezclado además, con un humor bien pulcro, tan propio de los años 30’s. Imposible es no percatarse de la gravedad que obtenían los sucesivos actos de esta fenomenal cinta cuando Capra ponía su vista en el lente, concediendo evidente vitalidad a los personajes con sólo unas pocas cámaras y dos colores básicos de entrada.
Ya me habían dicho que el cine de antaño era mejor, pero yo porfiado, ignorando aquellos comentarios y dejándome llevar por el enorme avance de los futuristas efectos especiales de hoy en día, me pierdo películas tan esenciales de los años dorados como ‘Mr. Smith Goes to Washington’, las cuales indiscutible poseen esa cualidad que rara vez vemos hoy en día en cartelera… mensajes directos, una clara misión humanitaria por difundir, y por sobre todo, mucha pasión, demasiada.
PD: A los que le interese, el 3 de enero a las 2:30 AM la van a pasar por el canal TCM.
Por Sebastián Chávez Peña
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